LA ORQUESTA ROMÁNTICA (siglo XIX)
Destaca en esta época el perfeccionamiento técnico de las
válvulas y mecanismos de los instrumentos de viento metal, que mejoraron su
flexibilidad, especialmente en el registro agudo, cobrando un nuevo
protagonismo. El trombón se establece como integrante de la orquesta. También se
refuerzan los graves con los nuevos prototipos de tubas. Se añade también el
arpa, así como el piccolo, el clarinete bajo, el corno inglés, el contrafagot,
la celesta... El piano aparece ocasionalmente como miembro de la orquesta, no
únicamente como solista. La percusión es la sección que más tardará en tomar su
forma definitiva, utilizándose instrumentos como las castañuelas y los platos
para conseguir diversos efectos sonoros. El papel de director se independiza
definitivamente del primer violín, llegando finalmente a ser considerado un
artista por derecho propio, un intérprete cuyo instrumento es la orquesta.
La orquesta experimenta un gran desarrollo, sobre todo
gracias a los avances de Hector Berlioz y Richard Wagner. El número de
instrumentistas sigue aumentando hasta el siglo XX, lo que obliga a incluir más
cuerdas, maderas y percusión, para conseguir un equilibrio tímbrico.
Berlioz, por ejemplo, llegó a componer obras para ser interpretadas por más de
500 músicos. En el siglo XX, los compositores escribieron para orquestas de
inmenso tamaño. Gustav Mahler compuso la que se conoce como Sinfonía de
los mil por el gran número de ejecutantes que precisa: gran coro y
doble orquesta sinfónica.
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